sábado, 10 de abril de 2010

viernes, 9 de abril de 2010

animacion japonesa


el anime

La historia del anime, el género de animación de origen japonés, comienza en la segunda década del siglo XX, con una serie de cortometrajes similares a los encontrados en otros países, influenciados por las obras de Disney en gran parte.

Algún tiempo tras la Segunda Guerra Mundial, empezaron a surgir grandes compañías dedicadas tanto a las series televisivas como a los largometrajes, entre las que destaca Toei.

Aunque muchas siguieron en activo en las últimas década del siglo XX, y siguen al principio del siglo XXI, una serie de directores y creadores de historias han alcanzado renombre propio en este género, bien por obras de gran fama, como Katsuhiro Otomo con Akira o Akira Toriyama con Dragon Ball, como por sus largas y premiadas trayectorias, como Hayao Miyazaki.

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La batalla del mono y el cangrejo:hecho por Seitaro Kitayama en 1917

En 1906 aparece la primera película de animación, Humorous Phases of funny face, del productor americano James Stuart Blackton. En 1907 se hizo la primera producción de animación japonesa, en donde sale un niño marinero.[1] En 1908 aparece en Francia Fantasmagorie, del dibujante Emile Cohl y producida por Gaumont. Este tipo de películas de animación llegan a los cines japoneses hacia 1910. Entre 1914 y 1917 se exhibieron unas 93 películas de animación extranjeras, siendo las americanas las de mayor popularidad. Ante tal fenómeno, los productores japoneses comenzaron a plantearse la realización de cine de animación nacional.

La compañía Tennenshoku Katsudo Shashin (Tenkatsu) es quien reacciona primero, encargando en 1916 al dibujante de manga Oten Shimokawa una película del género. En aquella época no existía documentación en Japón sobre las técnicas de animación, por lo que la tarea de Shimokawa no fue fácil. No obstante, consiguió realizar el primer filme de animación japonesa, Imokawa Mukuzo, Genkanban no maki (Mukuzo Imokawa y el guardián de la entrada) estrenada en enero de 1917. Por su parte, el pintor de estilo occidental Seitaro Kitayama, interesado por las películas extranjeras de animación que veía, presenta un proyecto de realización propia a la compañía Nippon Katsudo Shashin (Nikkatsu), que ésta acepta encargarle. Kitayama tampoco era un experto en la animación, pero a base de pruebas y errores, consiguió terminar Saru Kani gassen (La batalla del mono y el cangrejo), basada en un cuento popular japonés, que fue estrenada en mayo de 1917. Shimokawa y Kitayama comenzaron la realización de sus películas en 1916, coincidiendo con la puesta en marcha del dibujante de manga de corte político Sumikazu Kouchi, que por encargo ahora de la compañía Kobayashi Shokai, estrenaría en junio de 1917 Hanawa Hekonai, Shinto no maki (Hekonai Hanawa y su nueva espada), con un samurái como protagonista.

La historia del cine de animación japonés comienza efectivamente en 1917 gracias a los trabajos de estos tres pioneros, pero no se conserva copia de ninguna de estas películas por lo que se desconocen otros datos. La de Kouchi fue la más elogiada de ellas por las críticas de la época, siendo además la primera en rodarse, aunque se estrenara después de las otras dos.

Shimokawa llegó a realizar cinco películas de animación, pero debido a la sobreexposición al reflejo luminoso que conllevaba el proceso, sus ojos experimentaban gran cansancio, por lo que decidió abandonar este trabajo y volver a dibujar manga. Kouchi también se apartó del cine de animación tras realizar cuatro películas, pero luego volvería temporalmente a este campo debido a que personalidades de la esfera política le encargaron cortos de propaganda. Por el contrario, Kitayama, se dedicó plenamente a la realización de películas de animación. Comenzó empleando como ayudantes a jóvenes aspirantes a pintores, a los que enseñaba las técnicas del dibujo animado. Kitayama, que en 1917 llegó a realizar hasta diez películas, presenta ese mismo año una película basada en el personaje infantil Momotaro, que consigue exportar a Francia, convirtiéndose en el primer producto de animación japonesa que llega a occidente. Kitayama crea sus propios estudios de cine en 1921 pero el Gran terremoto de Kantō de 1923 destruirá sus instalaciones de Tokio, por lo que decide mudarse a Osaka.

Allí se aparta de los dibujos animados para dedicarse a rodar documentales informativos para una empresa de noticias local. No obstante, la gran importancia de la labor de Kitayama residirá en haber enseñado las técnicas de la animación a una serie de jóvenes que proseguirán el trabajo que él empezó.

Uno de estos fue Sanae Yamamoto, (cuyo nombre original era Zenjiro Yamamoto). Era un aspirante a pintor que acudió a trabajar a los estudios de Kitayama, donde quedó fascinado por el mundo del dibujo animado. Al marcharse su maestro de Tokio, Yamamoto decide independizarse y formar sus propios estudios de animación. En 1925 realiza Ubasute yama (La montaña donde se abandona a los viejos), que tiene como tema el respeto y cuidado de los ancianos. Consigue el patrocinio de la Secretaría de Educación para una serie de películas de animación de corte educativo, y entre sus obras más representativas se encuentran Usagi to Kame (El conejo y la tortuga, 1924) y Nippon ichi no Momotaro (Taro Melocotón, el número 1 de Japón, 1928).

También de esta época es Shiobara Tasuke, dirigida por Hakuzan Kimura. Éste trabajaba pintando murales de anuncio para las salas cinematográficas, pero cambia su profesión para dedicarse a los dibujos animados, destacando pronto por sus historias de samuráis. En 1932 rueda la primera película erótica de la animación japonesa, Suzumi-Bune (El paseo nocturno en barco), que le cuesta ser detenido por la policía, que además confisca la película. Kimura, individuo del que se desconocen muchas cosas, entre ellas las fechas de nacimiento y muerte, se retirará tras este incidente. Existen rumores de que una copia fue vendida ilegalmente al extranjero, pero en cualquier caso Suzumi-Bune se convirtió en una película fantasma, imposible de ver. Al parecer se trataba de un traslado a la pantalla del mundo erótico creado por los artistas del Ukiyo-e del período Edo.

Otro discípulo de los pioneros (en este caso de Sumikazu Kouchi) fue Noburo Ofuji, que empezó la producción de dibujos animados gracias a la ayuda económica de su hermana mayor, Yae, siendo su primera película Baguda-jo no tozoku (El ladrón del castillo de Baguda, 1926). Como material de trabajo utilizaba el tradicional papel Chiyo, popular desde el período Edo, pero sus colores no pudieron ser recogidos por la fotografía en blanco y negro de la época. Ofuchi también realizó varias películas de animación con siluetas, como fue el caso de Kujira (La ballena, 1927), cuyas imágenes hizo acompañar con la música de la ópera Guillermo Tell de Rossini. Ofuchi dedicó mucho tiempo a estudiar la posibilidad del cine sonoro y en color, y gracias a la ayuda de su hermana, consiguió realizar casi todas sus películas prácticamente solo.

En 1923, año del Gran terremoto de Kantō, Yasuji Murata ingresa en la recién formada Yokohama Cinema Shokai, en principio dedicada a la importación de películas extranjeras. Murata comienza a trabajar allí pintando esporádicamente murales de películas para los cines, pero el presidente de la compañía le contrata como empleado fijo al ver su talento para el dibujo. Murata también escribía los rótulos para las películas extranjeras de la compañía, pero, impresionado por las películas de animación de John Randolph Bray que aquella importaba, propone a su presidente la producción propia de cintas similares. Autodidacta de la materia, Murata escoge una popular historia infantil para su primera realización, Saru Kani gassen (La batalla del mono y el cangrejo, 1927). Desde entonces hasta que deja la compañía en 1937, Murata rueda cerca de 30 películas de dibujos animados, la mayoría de corte educativo.

Primeros adelantos técnicos




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La liebre y la tortuga de Sanae Yamamoto hecho en 1924

Normalmente el trabajo de animación era muy laborioso. La empresa Yokohama Cinema Shokai se adelantó a sus competidores al comprar una nueva cámara de motor automático que no requería mover una manivela, lo cual permitía acelerar el trabajo. La primera película rodada con esta cámara será Kaeru wa kaeru (Una rana es una rana, 1929), encargada nuevamente a Yasuji Murata.

Para el cine de animación, el celuloide es un material indispensable, pero en Japón no se fabricaba. El celuloide comenzó a distribuirse con profusión en Estados Unidos a finales de 1914 con los trabajos de Earl Hurd, quien además lo patentó. Como producto de importación, el celuloide era muy caro en Japón, por lo que en su lugar se empleaba una especie de cartulina sobre la que se dibujaban los personajes, que luego se recortaban y fotografiaban (sistema llamado cut out). Murata era un maestro de esta técnica y no tenía nada que envidiar a sus competidores que usaban celuloide. Como título más representativo de animación por cut out destaca su Tsuki no miya no Ojo sama (La reina del Castillo de la Luna, 1934).

El primero en utilizar en Japón el tan preciado celuloide para el cine de animación fue Kenzo Masaoka, nacido en una familia adinerada de Osaka. Tras estudiar dibujo en una Escuela de Artes, inicialmente entra en el mundo del cine como actor, abandonando poco después en favor de la realización de dibujos animados. Su primera película fue Nansensu monogatari Sarugashima (La absurda historia de la isla de los monos, 1930), acerca de un muchacho criado por un mono. Masaoka realizó también la primera película de animación sonora, Chikara to onna no yo no naka (Las mujeres y la fuerza mueven el mundo, 1932), donde utiliza parcialmente el todavía caro celuloide. Masaoka no escatimó gastos para aumentar la calidad de sus películas, y así a partir de Chagama ondo (El ritmo de la tetera, 1934) empleará el celuloide para el total de sus obras. Otro de sus títulos, Mori no yosei (El hada del bosque, 1935), recibió elogios de sus colegas en el mundo de la animación y fue comparado a los cortos Silly Symphonies de Walt Disney.

Mientras que la mayoría de los cineastas contemporáneos se dedicaban a hacer películas de propaganda bélica para el ejército nacional, Masaoka realizará durante la guerra una obra de gran poesía que hará olvidar las penurias de la época y que quedará para la posteridad del género, Kumo to churippu (El tulipán y la araña, 1944). De sus cintas de postguerra, la más representativa será Sute neko Tora-chan (Tora, el gato abandonado, 1947), sobre una gata que decide criar a un gatito que ha sido abandonado. Masaoka, por haber sido el primero en introducir el celuloide en los dibujos animados y el primero también en realizar una película sonora de esta modalidad, ha sido llamado el padre de la animación japonesa y es respetado como tal.

II Guerra Mundial [editar]

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Taro Melocotón, el guerrero divino de los mares: el primer largometraje de anime con audio realizado en 1943

En 1933, Mitsuyo Seo es contratado por los estudios de Kenzo Masaoka. Seo era un dibujante que destacó pronto por la gran rapidez con que realizaba su trabajo, que fue decisiva en la anteriormente citada Chikara to onna no yo no naka. Seo, que aprendió la técnica de sonorización de Masaoka, pronto se independizó. Su primera película fue Osaru Sankichi. Bokusen (Sankichi el mono. Defensa antiaérea, 1933), que recibió muy buenas críticas.

El 7 de diciembre de 1941 Japón ataca la base norteamericana de Pearl Harbour, comenzando su participación en la II Guerra Mundial. Entonces, la Armada Imperial encarga a Seo una película de propaganda que realce los éxitos militares del Japón de cara a los más jóvenes. Así, con un equipo de cinco personas, Seo realiza la película de dibujos animados Momotaro no umiwashi (Las águilas marínas de Taro melocotón, 1942), de 37 minutos de duración, que a pesar de su descarado carácter propagandístico, tuvo gran éxito entre el público infantil. Fue protagonizada por el personaje de los cuentos infantiles Momotaro, que aquí es el capitán de un portaaviones, mientras que perros, monos y perdices serán los pilotos de aviación. La flota enemiga viene dirigida por un personaje de gran parecido con Brutus, antagonista de Popeye, que aquí corre de un lado para otro huyendo de los ataques japoneses.

Seo entra a formar parte de la Shochiku Doga Kenkyusho, donde también se encontraba Kenzo Masaoka, y allí vuelve a recibir un encargo de la Armada. En enero de 1942, el Cuerpo de Paracaidistas de la Armada había descendido sobre la isla de Sulawesi (Indonesia), conquistando la base americana, así que se decidió airear también este primer éxito del cuerpo ante los niños japoneses con otra película de dibujos. De esta manera se gesta la realización de Momotaro, umi no shimpei (Taro Melocotón, el guerrero divino de los mares, 1943), con un equipo de 70 personas (el mayor hasta entonces en la historia de la animación) y un tiempo total de elaboración de 14 meses. Finalmente se consiguió toda una superproducción de 74 minutos de duración, aunque el equipo se había reducido a 25 personas por haber sido llamado a filas parte del personal masculino y a las fábricas de armamento el femenino. Terminada la guerra, Seo realizó en 1947 Ōsama no shippo (La cola del rey), vagamente inspirada en el famoso cuento de Hans Christian Andersen El traje nuevo del emperador, pero la película no se llegó a estrenar. Después de esto, Seo deja el cine y se dedica a dibujar para las revistas de niños, o a diseñar personajes para adornar la ropa infantil.


En
1933 se estrena Ugoku-e Kori no tatehiki (El duelo del zorro y el tejón en dibujos animados), que contaba una historia protagonizada por unos tejones que viven en un templo budista. Un zorro que ha adoptado la forma de samurái llega al templo, sucediéndose un duelo de transformaciones entre los tejones y el zorro que termina con la derrota de este último. Entre los gags que aparecen en la película, está el del zorro-samurái disparando una ametralladora. El director fue Ikuo Oishi, quien tras filmar un anuncio en dibujos animados para una fábrica de chocolate, decidió dedicarse a la realización de cine de animación. Su obra más representativa fue Futatsu no Taiyo (Los dos soles, 1929), pero con el estallido de la guerra se dedicó a realizar películas de instrucción para la Armada. Durante uno de estos trabajos, el barco en el que volvía de rodar unas tomas en el extranjero es hundido por un submarino norteamericano, falleciendo.

En 1940 se estrena una adaptación en dibujos animados de la famosa ópera de Puccini Madame Butterfly, O-Cho fujin no genso (Fantasía sobre la Dama Mariposa), realizada por el sistema de animación con siluetas y firmada por Kazugoro Arai y su amigo Tobiishi Nakaya. Arai, que al igual que Tobiishi en realidad ejercía como dentista, decidió dedicarse a la animación por sombras tras quedar fuertemente impresionado por la visión de la alemana Prinzen Achmed(1926) de Lotte Reiniger. En los ratos libres que les dejaba su profesión, ambos se dedicaron a estudiar el mundo de la animación, llegando a convertirse en profesionales. En 1942 Tobiishi murió como consecuencia de la guerra, pero Arai continuó su trabajo en solitario. De sus obras más representativas destacan Ogon no tsuribari (El anzuelo de oro, 1939), Jack to mame no ki (Jack y la mata de habichuelas, 1941) y Kaguya hime (La princesa resplandeciente, 1942).

Posguerra [editar]

Con la derrota de Japón en agosto de 1945 termina la II Guerra Mundial, constituyéndose en octubre del mismo año la Shin Nihon Dogasha, dedicada a la producción de películas de dibujos animados, con Sanae Yamamoto y Kenzo Masaoka como figuras principales. Centrada en Tokio, llegó a reunir hasta 100 personas para dedicarse al mundo de la animación, pero la falta de trabajo obligó a disolver la recién nacida compañía. En 1947, contando entonces con la colaboración de Yasuji Murata, se forma en su lugar la Nihon Manga Eigasha, donde Masaoka concluye Sakura (El cerezo), obra que describe las bellezas de Kioto a lo largo de las cuatro estaciones pero que, sin embargo, no llega a estrenarse. Tras ello, en 1948 Yamamoto y Masaoka deciden independizarse de Nihon Manga Eigasha para formar la Nihon Doga Company.

En septiembre de 1950, con gran retraso, se estrena en Japón la película de Disney Blancanieves y los siete enanitos (1937), que según se dice, el director de animación Osamu Tezuka vio unas 50 veces. En 1952 Noburo Ofuji rueda un remake de su película de 1927 Kujira (La ballena). A la idea primitiva de animación por sombras, Ofuji añade la inspiración de las vidrieras occidentales para utilizar celofán coloreado. En el Festival de Cannes de 1953 compitió en la sección de cortos, pero finalmente el premio se lo llevó Crin Blanc (Albert Lamourisse, 1953), quedando su obra en segundo puesto. Se dice que Pablo Picasso vio entonces este trabajo de Ofuji, por el que quedó fuertemente impresionado. Poco después, la película de animación por siluetas Yurei-sen (El barco fantasma, 1956) consigue un premio especial en Venecia, con lo que el nombre de Ofuchi pasa a ser reconocido en el extranjero.

En enero de 1950, el dibujante Ryuichi Yokoyama, conocido por el manga Fuku-chan, decide dedicarse al mundo de la animación tras haber visto el corto de Disney The Skeleton Dance (1929), que se había estrenado en Japón en 1930. Para ello, compra una cámara de 16 mm y convierte su casa en estudio de cine, que llamará Otogi Productions, comenzando el trabajo en marzo del mismo año con un equipo de seis personas. Su primera película será el mediometraje Onbu o-bake (El duende a hombros), de la que hará una proyección en sala privada en diciembre de 1955, con asistencia de varias personalidades de la esfera cultural, entre ellas Yukio Mishima. Su segunda película será Fukusuke, estrenada en salas comerciales en octubre de 1957. Al año siguiente utilizará el amplio terreno del jardín de su casa para construir unos estudios mayores, aumentando su equipo a 23 personas. Tras ello realiza su tercera película, Hyotan Suzume (1959), que cuenta la lucha contra unas ranas malvadas que han roto la paz de una aldea de pacíficas congéneres. A continuación estrena Otogi no sekai ryoko (Viaje alrededor del mundo, 1962), compuesta por cinco partes, la tercera de los cuales, Tatsumaki ni sukareta akai shatsu (La camisa roja que se llevó el ciclón), tiene el interés adicional de remitirse al estilo del ukiyo-e.

Otogi Productions necesitó considerables préstamos de dinero para poder realizar largometrajes, pero no consiguió recuperar la inversión realizada, por lo que terminó en bancarrota en 1972. Yokoyama termina así su labor pero contribuyó a la formación de nuevos técnicos del género. Uno de ellos, Shinichi Suzuki, llegó a realizar por su cuenta un cortometraje de ciencia-ficción titulado Purasu 50.000 nen (50.000 años después, 1961), que recibió buenas críticas en Francia con motivo de su proyección en el Festival Internacional de Cortometrajes.

Bunraku [editar]

En Japón existe un teatro tradicional de muñecos llamado Bunraku, que todavía se representa de vez en cuando. En el cine de animación existe también la variante de películas de marionetas, cuyo más conocido exponente está en la cinematografía checa. Tadahito Mochinaga (1919-1999) fue el primero en producir animación basada en el bunraku, y enseñó esta técnica para el cine de animación a los realizadores chinos. Mochinaga, discípulo de Mitsuyo Seo, había sido encargado de realizar películas en China durante la guerra, permaneciendo allí hasta 1955. Al regresar a Japón forma la Ningyo Eiga Seisakusha, dedicada al cine de marionetas y que ofrece nueve títulos, de los cuales destacan Uriko Hime to amanojaku (La princesa Uriko y el diablo rabioso, 1956) y Chibikuro Sambo no tora taiji (El negrito Sambo vence al tigre, 1956). Este último consiguió el premio a la mejor película infantil en el Festival de Cine de Vancouver.

Como discípulos más aventajados de Tadahito Mochinaga en el cine de marionetas destacan Kihachiro Kawamoto (1924) y Tadanari Okamoto (1932-1990). Kawamoto, tras una etapa trabajando con Mochinaga, viaja a Checoslovaquia en 1963 para conocer a su admirado Jirí Trnka (1912-1969), gracias al cual perfecciona la técnica de animación de marionetas. De vuelta a Japón realizará con producción propia títulos de esta modalidad como Hanaori (La flor arrancada, 1968), Oni (El demonio, 1972), Dojoji (El templo de Dojo, 1976) y Kataku (1979), en su mayor parte basados en piezas tradicionales del teatro o el Kyogen.

Kawamoto consiguió varios premios en festivales internacionales, dando así su nombre a conocer en el extranjero. Tadanari Okamoto, que aprendió también la técnica de Mochinaga, se independizará para formar la Eko sha, dedicada al público infantil. Sus trabajos más representativos fueron Fushigi na kusuri (Un medicamento extraño, 1965), Home my home (1970), Chiko tan (1971) y Okon joruri (1982).